Los insectos, la más fantástica obra de diseño de toda la galaxia.

Por Claudia Alejandra Medina Uribe.


insectos, la más fantástica obra de diseño de la galaxia.

Solo basta un poco de curiosidad, una lupa y una disposición a entender lo que son estas obras de diseño. 




Luciérnaga.

Esas luces que titilan al fondo en mi jardín resuenan con el palpitar de mi corazón, que se acelera de alegría por la presencia de estos escarabajos luminosos. Las luciérnagas que alumbran mi caminar en el ocaso, y me confirman que esta reserva natural cumple su propósito.

No solo a mí, seguramente a muchos, este parpadeo de luces en la oscuridad nos transporta a un lugar o momento especial de conexión con la vida. A pesar de que estos escarabajos se cuentan entre los amenazados de extinción, soy afortunada de hoy regocijarme con su presencia.

Las noticias recientes hablan del colapso de los insectos; son bastantes las alarmas encendidas al respecto. Las proyecciones hablan que, en pocas décadas, el 75 % de los insectos habrá desaparecido. Esto puede sonar insignificante para muchos, pero es impactante para quienes entendemos lo que eso significa para la permanencia de la vida en la tierra, donde nosotros, la especie «sabia» (haciendo alusión al nombre científico de la especie humana: Homo sapiens), cuenta.







Grillo.

La evolución de la vida en el planeta no solo ha tomado mucho tiempo, sino ha sido un largo camino de ensayos, con modelos y prototipos. Tomó millones de años esta ventana temporal de condiciones biológicas y climáticas que ha favorecido nuestra existencia. Es como una gran obra de ensamble, como si fuera una alta torre con miles de piezas que se han ido acoplando y encajando para lograr este escenario perfecto, donde la vida pulula y florece. El sol sale por la mañana, alimenta las plantas, los árboles aún hacen fotosíntesis, el oxígeno está disponible, la temperatura es tolerable y suficiente para activar las alas de los insectos voladores, muchos que visitan las flores y otros que son alimento de las aves. Las aves que se posan en el árbol, defecan y alimentan a los escarabajos, los que cavan, entierran y, en su ciclo, favorecen a las lombrices, a las bacterias y a los hongos, que a su vez alimentan de nuevo al árbol. 

El árbol que produce hojas que alimentan a los chinches, y a orugas que se vuelven mariposas, el árbol que da frutos que alimentan a las ardillas, a los runchos y a los humanos. Un fotograma simplificado de una gran película que nos muestra las formas de interacción, los ensambles. Sin embargo, esas conexiones silenciosas que mantienen la vida como la conocemos están amenazadas. Vivimos un momento crítico: imaginemos que las piezas más pequeñas del gran montaje, de la alta torre, se están acabando; es como si le quitáramos los tornillos, las tuercas, las bisagras a la gran estructura.

Los insectos aparecieron en la tierra hace 400 millones de años y evolucionaron y se perfeccionaron al unísono con las plantas. Han existido desde los primeros tetrápodos, vieron extinguirse a los dinosaurios, presenciaron el florecimiento de los primeros mamíferos y han sido testigos de la aparición de la especie humana. Nosotros llegamos de último al escenario, hace apenas 12.000 años, y nos instalamos como si fuéramos la gran cúpula de la torre. Una cúpula maravillosa, considerada inteligente y avanzada, que se sostiene en las interacciones, los ensambles que lograron los que llegaron antes. Por eso son preocupantes las noticias de su desaparición, pues será como una caída en cascada que hará que la obra se desplome y la gran cúpula no se pueda sostener.

No solo es la polinización, que ya conocemos bien; sabemos del trabajo arduo de las abejas para mantener alimento para todos. Pero son muchas otras las acciones y la participación de los insectos que mantienen la estructura acoplada. El descomponer materia orgánica, el reciclar nutrientes, el ser alimento para otros, el control de parásitos y vectores de enfermedades, pero sobre todo su importancia radica en ser parte crucial de cadenas tróficas complejas. La vida en la tierra se sostiene por una red invisible de interacciones, todas importantes y fundamentales, y en esto el más pequeño, ese insecto que desdeñamos, es el gran protagonista, es el gran héroe.

Y cuando digo «más pequeño» es cuando me sobresalto, es cuando me inquieta el problema de la escala, pues me pregunto cómo sería nuestra relación con ellos, si lográsemos verlos de nuestro tamaño. Solo basta un poco de curiosidad, una lupa y una disposición a entender lo que son estas obras de diseño. Imaginemos su boca transformada en filamentos para alcanzar la miel en la profundidad de una corola, pero a su vez con alas que los mantienen suspendidos mientras liban la flor, y dotados de los más sofisticados sensores que les permiten, en el medio de un bosque, detectar esa orquídea escondida y remota. Si pudiéramos apreciar esos prototipos de vida que se las han ingeniado para perfeccionar sus cuerpos, adaptarse, sobrevivir y ganar un lugar en esta existencia efímera.








Luciérnaga.

Las proyecciones hablan que, en pocas décadas, el 75 %
de los insectos
habrá desaparecido.


Luciérnaga

Tengo la ilusión de que la sensatez y sensibilidad por la belleza nos salven. Que se instale en nuestro sistema un chip que nos permita al menos verlos, al menos oírlos y saber de su existir. Que nuestros jardines se pueblen de miles de luciérnagas, que nos asombren con su fantástica bioluminiscencia, y esa luz nos ilumine para siempre, nos dé esperanza, que la vida como es hoy, como ha sido, permanezca y nos de otra oportunidad.

Los insectos son la mejor obra de creación de esta galaxia, su tamaño pequeño lo logran compensar a veces con la abundancia, algunas especies se cuentan por miles, pero, aun así, nuestra ignorancia y empeño por exterminarlos con químicos absurdos, con el exceso de luz artificial, con destruir su hábitat, con el ruido y la contaminación, nos deja en el escenario de caída de la cúpula sin remedio.

 

Déjanos tus comentarios


Anterior
Anterior

El Mandala de Todos los Seres

Siguiente
Siguiente

Conectando Mundos Invisibles